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Pedro estaba contento por su primer día de escuela.
Maravillas le habían contado y esperaba con ansias que toque la campana.
Con sus padres se pasó mañanas comprando libros, cuadernos y pinturitas
Todo iba de cine y un niño grande se sentía, al lado de sus primos más pequeños.
Pasaban los días e iba a la piscina y al mar, pero Pedro solo pensaba en ir a la escuela
El gran día llegó y Pedro se emocionó...
Estaba guapo con su ropa nueva, su mochila y su sonrisa...de la mano de su abuela.
Era todo un evento, que compartía con sus padres y su familia: ¡Era su primer día de escuela!.
Una dulce maestra se acercó y de golpe a Pedro le brotaron lágrimas de sus ojos, cuando percibió que iba a estar solo entre tantos desconocidos.
Con mirada ausente entró a la clase viendo alejar a sus únicos amigos hasta entonces (sus papás).
Al cabo de un rato y sin darse cuenta, con otros niños empezó a jugar, a cantar, correr y saltar.
Un montón de juguetes nuevos y muchas cosas de colores, empezaron a aparecer como por arte de magia.
Sin darse cuenta, Pedro estaba pasando un precioso primer día de escuela.
Cuando volvió a casa tenía mucho para contar, al igual que su mamá y papá cuando volvían de trabajar.
Colorín colorado este cuento se ha acabado.
Florencia Moragas |
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